martes, 24 de noviembre de 2009

LA VACUNA DE LA GRIPE A

Nunca pensé que un bicho pudiera ser tan famoso. Ni la perra Lassie, ni la orca Willy, ni el simio King Kong han tenido tanto protagonismo como un simple virus que ni tiene nombre. Se llama por siglas: A/ H1N1 y tiene acojonada a media humanidad. Ni los alienígenas, ni el Godzilla de la literatura japonesa ni Bin Laden han conseguido eso. Y ahora llega un bicho que no se ve y está todo el mundo asustado. Se trata del virus que transmite la gripe A, que antes sólo era una enfermedad de los cerdos, pero que ahora también la contraen los humanos. Claro, llegado a este momento uno se plantea: ¿Por qué los marranos y las personas nos transmitimos los virus? ¿Es porque las personas se parecen, cada día, más a los cerdos o porque los marranos se asemejan a las personas?. A priori, parece una chominá, pero no resulta tan sencillo, ya que una u otra cosa marcará una tendencia que llevará, muy pronto (si no ha llegado ya), a ver a un cerdo sentado en un despacho de una oficina o a una familia envuelta en mierda en una pocilga.

No obstante, siempre me ha surgido la duda de quién le pegó el virus a los cerdos, ya que parece que sólo la padecen ellos. ¿Los dinosaurios? ¿Edward Cullen (entonces el virus vendría de los vampiros)? ¿La Pantoja? (como siempre le echan la culpa de todo a la mujer y en la tele dicen que es tan mala), ¿un extraterrestre? O, tal vez, fueron los propios cerdos los que los diseñaron en un laboratorio en una batalla contra una pocilga enemiga. O, para exterminarnos a nosotros… Bueno, no sé. El caso es que yo quería hablar de la vacuna de la gripe A. Se alude a ella desde más allá de la primavera y ahora es cuando ha comenzado el calendario de vacunación. Pero, hasta llegar a la aguja, no se crean que es sencillo. En realidad, el funcionamiento resulta muy similar al del Juego de Buscar al Tesoro. Lo primero que hay que conseguir es un P-10. A priori, el nombre parece que se trata de una cosa interesante, pero, en realidad, sólo es un papel firmado por el médico. A mí me sonó al coche de Santana y pensé para qué habrá que buscar un PS-10. Me voy al parking y lo conseguido, pero no. Era sin S.

El problema radica en que el P-10 lo da el médico, por lo que hay que pedir cita para la consulta. Para ello, se ha de acudir una semana antes porque las consultas están muy despejadas y no tienen cita, como mínimo, hasta 5 días más tarde de cuando la pides. Claro, luego dicen los políticos que no entienden por qué se colapsan las Urgencias, que es una evidencia más de que la mayoría de los que mandan son tontos del culo. Se colapsan porque te pones malo y te dicen en tu consulta que te tienes que esperar, como mínimo, 5 días. O te mueres, o te curas o vas a Urgencias. Cipotes.

Para conseguir la cita con el médico hay que esperar una larga cola, en la que algunos ancianos intentan que los atiendan antes que a ti para conseguir acudir a la consulta, pues, tal vez, unos cinco minutos antes que tú. Ahí se va una media hora y, si no te pega nadie la gripe A, la otra o cualquier cosa, es una buena prueba de que tu sistema inmunológico está bien preparado. No obstante, lo lógico es que se mantenga la idea de querer vacunarse.

Luego, toca ir al médico. A mí me tocó a las nueve de la mañana. Hay que estar unos minutos antes, ya que si la doctora va con adelanto, te nombra y si no estás existen elevadas posibilidades de que te meta la bulla. Claro, porque la mujer suele estar bastante agobiada. Sin embargo, que te atiendan antes sólo es una posibilidad remota. Hombre, no tanto como que te caiga un rayo, pero sí como que se te cague un pájaro. Mientras que se espera, generalmente, siempre hay algunas personas que te preparan para el encuentro con el médico. Ellas son las encargadas de preguntarse ¿Qué te pasa?, ¿Y eso?, ¿Te has tomado algo? y luego hablan de sus nietos… Claro, cuando te ve el doctor y te hace las mismas preguntas, ya sabes cómo responder. Para que luego digan que no hay adelantos.

La doctora tarda en hacerte el P-10 así como 90 segundos. Te abre la puerta y te vas. Y ya lo tienes. Luego, toca volver al mostrador de las citas. Hay que pedir solicitud para encontrarte con tu aguja. Otra vez, la cola. Los abueletes que quieren ganar algunos minutos y la gente tosiendo a tu alrededor. Si vuelves a no contraer nada, tus defensas siguen bastante bien. En ese momento, uno se plantea: ¿Para qué me voy a vacunar?. Pero, claro, es una pregunta trampa que no debe desanimarte. Cuando se consigue alcanzar el mostrador, la señorita que está detrás te dice que el horario para pedir cita para la vacuna es de 3 a 4 de la tarde, pese a que tú tienes tu P-10 en la mano que te lo ha dado la doctora a las 9.15. Pues, nada, teóricamente has de acudir por la tarde para reencontrarte con la fila. No obstante, la señorita te dice que es la hora a la que se ponen las vacunas, por lo que, por lógica, lo mejor es coger un número y, después, ir a la consulta, que te pinchen y listo. Pero, ay qué cosa, la lógica no funciona en la sanidad pública, ya que la señorita del mostrador te indica que no hay citas para el día en el que se pone la vacuna o, lo que es lo mismo, que para pincharte un jueves se ha de pedir cita el miércoles. Si no, nada de nada.

Por ello, hay dos opciones: volver por la tarde y pedir cita para pincharte al día siguiente o llamar a Salud Responde. A priori, la segunda es la que suena mejor. Por ello, coges el móvil y marcas un 902…. El número de gratuito tiene poco, por lo que hay que aflojar el bolsillo por cada minuto. Allí contesta una señorita, que no es la del mostrador porque tú ves que no tiene el teléfono en la mano, pero que te dice lo mismo. Y te da la cita dentro del horario de vacunación que, en mi centro de salud, es de 3 a 4 de la tarde. Concretamente, mi aguja estará destapada y con la vacuna adherida a las 3.09. Al menos, es la que me ha dicho la de Salud Responde, aunque habrá que ver lo que ocurre.

Ah, “y qué no se le olvide llevar el P-10”, me recordó. Pues, nada. Mi doctora me dijo que la dosis para evitar la gripe A era la “vacuna del miedo” debido a la polémica que existe respecto a si es recomendable vacunarse o, por el contrario, lo mejor es que no porque no se encuentra suficientemente probada. En realidad, yo creo que es la vacuna del coñazo porque te hace estar todo el día en el centro de salud para que, luego, en 20 segundos te pinchen. De ahí que supongo que, en realidad, la vacuna radica en entrar en contacto con la gente que está enferma. Si te pones malo, pues se pasa la enfermedad y punto. Y si no, es porque tus defensas son fuertes. Tal vez, la vacuna de la gripe A ni siquiera exista y sea otra estrategia de los cerdos para exterminarnos. Para que luego se quejen los gatos. A ellos los llevan al veterinario y, en un segundo, están vacunados.

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