viernes, 30 de octubre de 2009

FELIZ DÍA DE HALLOWEEN

Entiendo que, este año, ha sido muy complicado encontrar un disfraz para la noche de Halloween que, por cierto, es otra americanada que importamos para nuestra cultura que ha acabado con la costumbre de comer pestiños al lado de una buena estufa. No obstante, si se llenan los pubs con las famosas fiestas y el sector comercio espabila algo sus ventas, vivan las americanadas. Total, si no hace ni frío. De ahí que, a veces, pienso que el Día de los Santos derivará en una bandeja de caramelos con un grupo de niños sentados al lado de un aparato de aire acondicionado. Este año, ya hemos estado muy cerca, por mucho que se celebre en noviembre.

Al pensar en Halloween, lo único que se viene a la mente es una calabaza con una vela dentro y gente felicitándose. No entiendo por qué la gente se felicita el día de la calabaza con cara de monstruo, aunque tampoco me ha quedado nunca claro por qué en España comíamos “huesos de santo”. Si los curas siempre han dicho que los santos se caracterizaban porque eran incorruptos, por qué nos empeñábamos en decir nosotros que nos comíamos sus huesos, cuando en realidad sólo es un palo de dulce con azúcar. Además, si los santos se conservaban siempre igual, por qué sus huesos se ponían malos cuando pasaba el 1 de noviembre.

Sin duda, buscar un disfraz para Halloween puede resultar lo más complicado. Tengo claro que hay personajes que nunca se pueden encarnar como, por ejemplo, el de payaso. Nadie se disfraza de payaso en Halloween, pese a que hay muchos que se empeñan en hacerlo cuando beben un par de copas. Al parecer, la regla radica en que ha de dar miedo y, precisamente, esto es lo que lo hace más complicado. El zoombie o muerto viviente (la contradicción de este término tiene guasa, un muerto que vive) siempre ha sido uno de los personajes más recurrentes en Halloween, aunque la aparición de este mito del terror en el video musical Thriller le hizo mucho daño. Muertos, que viven y que bailan. Ridículo, ¿no?. Tengo claro que, con el paso del tiempo, daba más miedo encontrar a una persona vestida de Michael Jackson que de uno de sus zoombies del vídeo musical. Otras, en cambio, optaban por la apariencia de brujas que, en realidad, sólo era ponerse feas, ya que la que es bruja, lo es siempre. No hace falta que se ponga una verruga. Por ello, muchas cogen una escoba con mucho respecto, ya que, tal vez, temen que eche a volar con ellas encima.

Precisamente, existe otro personaje que ha sido desbancando de las opciones de Halloween. Es el hombre lobo. Estoy seguro de que si alguien llegara esa noche con el pelo, los colmillos y las garras de este personaje de terror comenzarían a lloverle balas de plata de los y las metrosexuales que nos invaden. “Mira que hombre lobo más guarro”, “si viene sin afeitar”, “córtate el pelo”, “depílate” o “ay, qué uñas trae”, entre otros. Y, seguro que si dijera: “A ver, que soy el hombre lobo”, la respuesta sería: “Claro, no pongas excusas”.

De vampiro, tampoco vale. La prueba está en la película Crepúsculo, en la que los discípulos de Nosferatus se enamoran y se muerden el cuello y algunas otras cosas más... Así, es imposible dar miedo. De momia, no. Parece un tío de baja laboral en vez de un bicho para dar miedo. Ni siquiera veo claro el del personaje de terror más utilizado, que es el de un tío vestido de negro con una careta fea. Precisamente, porque cuando te preguntan: “¿De qué vas disfrazado?”, la única respuesta posible es: “De feo”, que, además, descubre un flanco frágil para un ataque demoledor en forma de una afirmación como: “Para eso, no te pongas nada y te ahorras el dinero”. Otro disfraz que no sale rentable es el de demonio, ya que para cumplir el sueño de tener el rabo más largo de la fiesta hay que pagar la penitencia de cargar con un par de tremendos cuernos. Y, encima, el rabo, por muy rojo que está, va arrastrando por el suelo y acaba en flecha.

Los zoombies no dan miedo, ni las brujas, ni los vampiros, ni los feos de la capucha negra. Tampoco el hombre lobo, la momia o Carmen de Mairena recién levantada. Ni hacen efecto los cementerios oscuros o las cruces invertidas. En Halloween 2009, sólo hay un disfraz que evoca a algo con el que tienen pesadillas más de 40 millones de españoles. Sin embargo, sorprende, ya que no está en tienda alguna. El que se vista de carta de despido acojonará a toda la fiesta. Nadie querrá que se le acerque, todos lo evitarán y muchos soñarán meses y meses con su presencia. Hay casi 80.000 jiennneses que ya han visto su aparición y no han encontrado un trabajo que haya podido borrarlo de su recuerdo. En la situación actual, vampiros, momias, brujas, hombres lobos y demonios son, como se dice en mi tierra, “chominás” si se compara con el tenebroso despido.

1 comentario:

  1. Gran artículo. Aunque hay otro disfraz que da miedo y también sirve: jugador del Alcarocón. La gente corría despavorida. Ya te digo.

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